Con los rostros curtidos por el viento, el sol y el salitre del mar,
con gesto adusto y la mirada alerta
los pescadores se internan en las aguas de su sino,
con la dura tarea de lograr el fruto diario de su destino.
Rogando siempre la calma de Poseidón
porque su trabajo puedan culminar,
agradeciendo el beneficio obtenido
y con la inmensa alegría de regresar al hogar.
Y allí encontrarse con lo más valioso
que es el abrazo de sus seres amados,
que en tanto rezaron a la Virgen del Carmen
porque su quehacer haya sido, por ella, custodiado.
que en tanto rezaron a la Virgen del Carmen
porque su quehacer haya sido, por ella, custodiado.
Difícil oficio el de los hombres de mar
que para llevar a cabo su labor,
habrán de sortear infinidad de albures
mostrando siempre su temple y valor.
A pesar del duro oficio nunca esquivan su camino
pues de agua y sal tienen plasmado el corazón,
pero imploran a la estrella de los mares
los bendiga y asile en su tesón.
los bendiga y asile en su tesón.
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Jorge Horacio Richino
Todos los derechos reservados.
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