Hay un reflejo en la luna
que se asemeja a dos cuerpos,
son tu silueta y la mía
aquella noche de invierno.
Aquella noche estrellada
y fría como el mismo hielo,
la noche en que caminaba
tu cuerpo junto a mi cuerpo.
Cuando aún se estremecían
tus labios al robarte un beso,
cuando la luz no moría
porque todo era perfecto.
Y sin embargo el destino
lo convirtió en un recuerdo,
cuando apagaste tu fuego
y encendiste mi lamento.
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Jorge Horacio Richino.
Todos los derechos reservados.
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y otras publicaciones del autor.
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